TEATRO DA TERRA

AUDITORIO MUNICIPAL

FÓRUM CULTURAL DO SEIXAL

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 VIERNES, 03 JUNIO | 21:30

SÁBADO, 04 JUNIO | 21:30  

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puesta en escena

ANTONIO PIRES

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con

CAROLINA CAMPANELA, CAROLINA SERRÃO, CATARINA VICENTE, FRANCISCO VISTAS

HUGO MESTRE AMARO, JOÃO BARBOSA, JAIME BAETA, LUÍS LIMA BARRETO, MÁRIO SOUSA

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traducción  FÁTIMA FERREIRA y LUÍS LIMA BARRETO  

escenografía  ALEXANDRE OLIVEIRA

dibujos y pinturas de paisajes JACQUELINE DE MONTAIGNE

guarda ropa LUÍS MESQUITA 

diseño de sonido PAULO ABELHO 

dibujo de luz RUI SEABRA

ayudante de escena MIGUEL BARTOLOMEU

escenografía construcción  FÁBIO PAULO

costurera ROSÁRIO BALBI

ayudante de vestuario CATARINA VICENTE

operación de luz JOÃO VELOSO

operación sonora ANTÓNIO OLIVEIRA

dirección escénica y fotografía MIGUEL BARTOLOMEU

asistencia a la dirección de escena AFONSO LUZ

ilustración JOANA VILLAVERDE

producción ejecutiva IVAN COLLETI y FEDERICA FIASCA

anuncio de video TIAGO INUIT

administración de producción ANA BORDALO

comunicación MARIA JOÃO MOURA

productor ALEXANDRE OLIVEIRA

fotografía y video OVEJA ELÉCTRICA

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producción   AR DE FILMES / TEATRO DO BAIRRO  2022_bb-5-8d5cf58d_

coproducción TEATRO MUNICIPAL JOAQUIM BENITE

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M/12

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El tema de Don Juan ha tenido un tratamiento diversificado, desde su primera aparición, hacia 1630, con una obra de teatro de Tirso de Molina (El Burlador de Sevilla y huésped de piedra) hasta la actualidad. La obra de Tirso, que representa el destino implacable de un hombre disoluto e inmoral, incapaz de arrepentirse, tuvo inmediatamente varias versiones en Italia, algunas de las cuales se representaron con gran éxito en el Thêatre des Italiens de París. De ellos se inspiró Molière para escribir su Don Juan, considerada una de sus obras maestras, junto con Tartufo y El misántropo. El carácter religioso y edificante de las primeras versiones, en el espíritu del Concilio de Trento, es sustituido en Moliere por un tratamiento mucho más “humano” del personaje, que sería adaptado por varias versiones posteriores del mismo tema, especialmente Don Giovanni, de Mozart, con libreto de Lorenzo da Ponte, y varios grandes textos de autores posteriores, entre los que podemos mencionar a Hoffman, Pushkin, Gluck y Richard Stauss.
Parece que Molière escribió su obra como reacción a la mala acogida que tuvo Tartufo, prohibido por Luis XIV por presiones eclesiásticas, contrastando la religiosidad hipócrita del personaje que da título a esa obra y un comportamiento ostensiblemente amoral e irreligioso. (casi un “ateo racionalista”) de Don Juan. Hay quienes aproximan el personaje concebido por Molière al hombre nietzscheano, desprovisto de valores trascendentes, de carácter prometeico, que cree tener la capacidad de dominar su propio destino. Tras la proscripción de Tartufo, y varios intentos fallidos de restaurar su representación, Molière reacciona con un texto teórico y la escritura de Don Juan. En este texto (“Premier Placet au roi”), el autor desarrolla la idea de que el deber de la comedia es “corregir a los hombres, divertirlos”, atacar los defectos de su siglo, empezando por la hipocresía, “uno de los más comunes vicios”, en boga y uno de los más peligrosos”, un tema que fue nuclear en Tartufo. Don Juan, por el contrario, desprecia la hipocresía, es escandalosamente directo, no tiene conciencia moral, es un seductor infiel, mentiroso, orgulloso, insolente, que cuestiona los valores de la época (honor, matrimonio, familia, religión), ignorando y burlándose del castigo divino. No hay arrepentimiento en él, incluso en el momento final cuando es conducido a la muerte por la mano de la Estatua del Comandante.
Como contrapunto a este personaje, y en cierto modo encarnando los valores morales y sociales imperantes en la época, tenemos el personaje de Esganarelo, básicamente un sirviente propio del teatro clásico, cobarde, egoísta y glotón, que en esta obra, adquiere otra dimensión, por la importancia que adquiere, acompañando a su maestro en prácticamente todas las escenas, convirtiéndose en una especie de alter ego de su maestro, llamándolo a la razón, tentado en cada momento para que se integre en la sociedad, recordándole las hipotéticas consecuencias de la vida que llevas.
Los demás personajes, D. Elvira, sus hermanos, el Padre, los campesinos, defienden los valores sociales que regían la sociedad francesa de la época, los nobles caracterizados por una enorme dignidad, los campesinos con una divertida rusticidad.
También cabe destacar la elegancia y precisión del lenguaje utilizado, la armonía de la composición de las frases, que hacen de esta comedia uno de los ejemplos más llamativos del estilo del clasicismo francés.

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